No hay cuco en el reloj de pared.

Publicado en por Alberto Rodríguez Garduño

Asómate a mis ojos,
sentirás vértigo y al fondo,
al pie del precipicio,
un relámpago escalofrío.

Advertirás cadáveres,
entre ellos, el tuyo y el mío.
Esqueletos de los sueños,
cuerpos devorados por el silencio.

A fin de cuentas, polvo para el recuerdo.

No hay cuco en el reloj de pared
ni tiempo suficiente para decirte
lo que siento cuando miento
con la mano en el corazón.

En ocasiones llegué a decirte tanto
que hoy apenas me atrevo a susurrarte algo
desde la distancia que ha nacido,
como la mala hierba, entre los dos.
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