Hemos llegado a vivir, pero atrás en el tiempo. Hemos viajado de la mano sin mover nuestros cuerpos cada noche de verano, con los ojos tiznados de polvo y fuego. La lluvia estival arribó para oxidar las campanas del duelo. En el recuerdo, yace adormecida...

Respiro, y sé que estás dormida porque aún no te has ido, aunque ya es tarde y ha amanecido dentro de mi habitación. Te contemplo en silencio sobre las tablas que habito al caer la noche, en soledad, y es más que suficiente para volver a creer en todo...

No podrás hacerme daño si decides empreder el viaje que dejamos pendiente sin contar conmigo. Hace demasiado tiempo dejé de sentir bajo el caparazón. Ya no acostumbro a tomar cualquier tren ni espero a nadie en la estación. En resumidas cuentas, la vida...

Crujían las tablas, se dolían los muelles, hablaban los cuerpos, sudaban las paredes... Ardían las vigas, rompían las olas, al galope el corazón, la lengua en la espalda... Si hablasen los muebles...

He domado un lunes, he sobrevivido a un martes y he sufrido las tardes de un miércoles. He aprendido a soñar la noche de un jueves, he resucitado el viernes y he aprendido a conservar la luz de un sábado. Pero nunca dejaré de odiar las tardes de domi...

Inestabilidad lleva tu nombre cosido a hilvanes. No te duela reconocer lo que ya sabes; el veneno de tu piel sería capaz de marchitar hasta las flores de papel nacidas entre los sueños que pueblan los desvanes. Permíteme afinar el piano del olvido, lejos...

Nunca me ha gustado el café de la estación, con ese sabor a despedida -a nubes de paso-, ni el ruido de los pasos de su ausencia sobre el suelo del ruiseñor. Cada día duele más escribir, vivir, y recordar a los que se fueron. Si quisiera veros, cerraría...

Quisiera susurrarte entre las piernas sucias palabras de amor, y quedarme allí escondido al calor de tu cuerpo. Aún no has comprendido que no hemos sido más que un par de dientes de león atraídos por el fuego.

Vivo en una pequeña ciudad al norte de un país roto, alejada del mar, como una caracola en el desván. Hay días que pienso en escapar a algún lugar remoto, pero al cabo de un rato extraño su forma de respirar.

He dejado escrito en la arena un susurro y un suspiro. Lo hice yo solito con mi dedo, esta madrugada de agua y frío. Hace días que no sé de ti, me estoy quitando. Paso las noches sin poder dormir, no estoy soñando Vivo a la espera de algo, no sé muy bien...